La actriz Mariana Derderián ha vuelto a poner en público su dolor y su búsqueda de consuelo a más de un año de la tragedia que le arrebató a su hijo —una pérdida que detonó un incendio en su hogar en Vitacura y que marcó un antes y un después en su vida.
En una conversación con Pamela Díaz para el podcast Sin Editar, Derderián confesó que ha explorado múltiples caminos de sanación: terapia tradicional, constelaciones familiares, cartas astrales… y hasta una canalización espiritual. Fue este último método el que, según relató, le permitió “escuchar” una voz que le dio un mensaje clave: “Él está bien… mamá, no es tu culpa”.
“Él está bien”
Ese mensaje —una mezcla de promesa espiritual y alivio psicológico— no sólo calmó su angustia de madre, sino que también aligeró la culpa que arrastraba desde el siniestro. Derderián relató que, tras el incendio, sintió que “se quemó por dentro”, que vivió un calvario emocional profundo, al grado de hospitalización.
Más allá de la controversia que podría generar el recurso de la canalización, este testimonio sirve como espejo de un dolor que trasciende lo mediático: el duelo, el remordimiento, la culpa… y la imperiosa necesidad de sanar. En un país donde muchas veces el luto se lleva en silencio, Derderián rompió el cerco. Compartió su vulnerabilidad en público. Y con eso ofreció también una puerta de esperanza para quienes transitan por pérdidas irreparables.
En un contexto donde la actriz ya había mantenido un perfil discreto —incluso llegó a rechazar entrevistas porque sentía que ciertas exposiciones mediáticas frivolizaban su dolor—, esta confesión demuestra que quizá la verdadera valentía está en hacer público lo que duele, lo que cuesta expresar.















