Un terremoto sacude la organización de Miss Universo 2025: dos miembros del jurado oficial, entre ellos el músico y empresario Omar Harfouch, renunciaron pocas jornadas antes de la gran final, denunciando un proceso lleno de irregularidades y una preselección cuestionable.
Según Harfouch, habría existido un “jurado improvisado” para elegir las 30 semifinalistas, lo que abre una crisis de legitimidad en plena competición.
En sus redes, Harfouch afirmó con contundencia que ninguno de los ocho jueces designados —él incluido— participó en la votación que preseleccionó a las finalistas.
Además, acusó que el jurado extraoficial estaría formado por personas con claros conflictos de interés, incluso vinculadas personalmente con algunas concursantes, lo que podría comprometer la transparencia del certamen.
Como si eso fuera poco, el exfutbolista francés Claude Makélélé también dio un paso al costado, anunciando que no participará en la final.
Escándalo en Miss Universo 2025
Su salida, aunque enigmática, se suma al descontento generado en el ambiente del concurso y potencia la sombra de una organización que debe responder por su credibilidad.
Desde la Miss Universe Organization (MUO) emitieron un comunicado para desestimar las acusaciones: aseguraron que no existe ningún jurado alternativo ilegal ni grupos extraoficiales encargados de seleccionar candidatas. Insistieron en que sus procesos son “establecidos, transparentes y supervisados” según sus protocolos regulares.
Este escándalo puede tener consecuencias profundas: no solo pone en duda la legitimidad del certamen 2025, sino que amenaza con erosionar la confianza de las participantes, el público y los patrocinadores.
En un mundo donde los concursos de belleza intentan modernizarse, la acusación de falta de transparencia es un golpe duro. Miss Universo debe decidir si encubre la polémica o da garantías reales de integridad.















