El defensor chileno Gary Medel ha protagonizado en las últimas horas un revuelo mediático que trasciende la cancha: aparecen supuestos mensajes íntimos filtrados, atribuidos a él, en los que se le ve pidiendo “videos ricos” a otra mujer mientras declaradamente mantiene una relación con su pareja actual.
En una respuesta pública escueta pero cargada de significado, Medel calificó los pantallazos como “total y absolutamente falsos” durante su paso por el programa “Zona de Estrellas”.
Adicionalmente, destacó un detalle clave para desacreditar la filtración: “Esos WhatsApp que dicen ‘no estoy ñay’, es mentira, yo no hablo así”. La Cuarta+1 Con ello pretende dejar en claro que ni los mensajes corresponden a él, ni su estilo de comunicación encaja con lo que se muestra.
La polémica tuvo origen cuando la periodista Cecilia Gutiérrez publicó capturas que indicarían que Medel escribió: “Ya po, juntémonos. La Fran no cacha na, ni me revisa el celu… Mándame el video rico”.
Dicha filtración detonó una ola de comentarios en redes sociales y generó preguntas sobre la vida privada del jugador, su nueva relación, y la posible vulnerabilidad pública de figuras deportivas ante montajes digitales.
Gary Medel rompe el silencio
Más allá del rumor, el episodio plantea dos inquietudes de fondo para el entorno deportivo y mediático: primero, ¿hasta qué punto un atleta de alto perfil puede aislar su vida privada del escrutinio público cuando un chat aparece y se viraliza?
Y segundo, ¿cómo debe responder la institución —en este caso Universidad Católica y el entorno del jugador— ante posibles filtraciones que podrían afectar su imagen o rendimiento? Medel ha negado infidelidad y declaró estar soltero, lo que busca cortar de raíz el enlace con otro vínculo sentimental.
Queda abierta la incógnita sobre los orígenes de la filtración —si se trata de un montaje, de una suplantación o simplemente de una manipulación de imágenes y texto.
Y también, sobre las consecuencias que esto podría generar en el plano contractual, de patrocinio y de imagen pública del defensor. En el mundo donde todo mensaje puede trascender al instante, el “Pitbull” debe lidiar no sólo con rivales en la cancha, sino con su propia exposición digital.















