El rostro del clima más conocido de la televisión chilena reapareció públicamente este miércoles tras vivir una experiencia límite. TVN informó que Buenos Días a Todos volvió a sus pantallas con Iván Torres, quien relató —con voz quebrada— cómo un problema de salud lo dejó al borde de la muerte. El meteorólogo —hasta entonces fuera del aire por varias semanas— confesó que un dolor de espalda, al que había restado importancia, se transformó en una infección severa que complicó su vida.
Torres explicó que lo que al principio creyó era un simple “disco gastado”, respondió en realidad a cálculos renales que, al ignorarlos, derivaron en una septicemia multiorgánica —una condición crítica en la que múltiples órganos se ven afectados por toxicidad.
“Llegué inconsciente a la clínica… me querían intubar”, confesó. Según relató, el ingreso de urgencia ocurrió de madrugada, sin fiebre aparente, solo sudoración intensa y dolor lumbar —síntomas que muchos podrían asociar con estrés o cansancio, pero que en su caso ocultaban una bomba de tiempo.
Iván Torres reapareció
Durante casi dos semanas fue tratado con antibióticos potentes, permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y fue sometido a una operación el 10 de noviembre —solo cuando los médicos consideraron que la infección estaba bajo control.
Fue en esa intervención cuando le extrajeron siete cálculos, mucho más de los cuatro que habían estimado inicialmente. El daño no fue menor: “Quedé con siete heridas, laceraciones en riñón y uretra”, explicó. El dolor, dijo, fue tan intenso que describió cómo “pegaba combos a la muralla” cada vez que tenía que ir al baño.
La historia de Torres —hasta aquí vista como la de un profesional televisivo más— se transforma hoy en un aviso claro: el cuerpo no siempre grita con fiebre o síntomas evidentes. A veces “habla bajito”, y nuestra tolerancia al dolor puede jugar en contra. Él mismo lo reconoció: “Soy muy tolerante al dolor y eso casi me mata”.
Al volver al programa matinal, sus compañeros lo recibieron con aplausos y emoción. Pero detrás del gesto hubo alivio: que esté vivo. Que haya decidido contar lo que vivió. Y, sobre todo, que su relato —crudo, sin filtros— pueda servir de alerta para quienes piensan que un malestar lumbar es “solo espalda”, para quienes postergan una consulta porque “el dolor va a pasar”.












