El reciente quiebre entre la ex figura televisiva Vale Roth y su ex marido, el odontólogo Miguel de la Fuente, dejó de ser un asunto interno para transformarse en un fuego cruzado de acusaciones públicas, contradicciones y versiones encontradas.
El conflicto —que empezó como un deseo de discreción y terminaría en una batalla mediática— revela más que diferencias personales: expone conflictos de orgullo, verdad y responsabilidad en un contexto mediático y familiar delicado.
Según lo que declaró De la Fuente al ser consultado tras la ruptura, la causa del fin de su matrimonio habría sido una traición. En un mensaje enviado por Instagram y capturado por colaboradores de prensa, el odontólogo manifestó: “Siempre voy a luchar por mis hijas, pero no puedo perdonar a una persona que me engañó”.
Pelea pública y quiebre sin vuelta
Al ser insistido por la prensa —a través de una figura intermediaria— sostuvo que la verdad la debía dar Vale, señalando que él no estaba en condiciones de reconstruir la relación bajo esas condiciones.
Sin embargo, la versión de Vale Roth es diametralmente opuesta. La bailarina y ex chica reality negó tajantemente cualquier “engaño” o infidelidad. Afirmó desconocer las motivaciones que llevaron a su ex cónyuge a utilizar ese argumento públicamente.
En su declaración, sostuvo que la ruptura habría respondido, más bien, al desgaste natural de una relación que, tras el nacimiento prematuro de sus hijas y el fuerte ritmo de vida, no logró sostener lo que ella misma calificó como “pololeo” real. “Quedé embarazada casi al tiro… nos faltó viajar, nos faltó pololear”, sostuvo la artista.
La diferencia entre ambas versiones —“engaño” vs “desgaste real” — no es anecdótica. Refleja tensiones profundas sobre la percepción de lo que fue su relación: mientras De la Fuente apuesta a un quiebre por traición, Roth apunta al desgaste cotidiano, la falta de espacios de pareja y la urgencia de responsabilidades. Esta grieta de verdades instaló una pulseada mediática, donde las redes sociales y los mensajes privados —hoy públicos— operan como escenario de exposición, vulnerabilidad y juicio.
Pero el episodio tiene otra arista: la de las consecuencias familiares. Ambos fueron enfáticos: hay dos hijas de por medio y por ellas quieren “llevar la fiesta en paz”. De Roth lo que más preocupa es que las acusaciones no se trasladen a la vida cotidiana de las niñas, por lo que pidió a sus seguidores respeto, contención y que no envíen mensajes al exmarido.















