La noticia circuló con un dolor silencioso, pero con un grito de denuncia: Martín Vallejos, niño de apenas 9 años, falleció este viernes sin haber recibido el tratamiento que le habría dado una mínima esperanza de vida. Su historia —un llamado desesperado de padres obligados a caminar cientos de kilómetros por el lastre cruel del costo de la salud— terminó en tragedia.
Hace poco más de un año, su madre, Aileen Riquelme, tomó una decisión desgarradora: caminar más de 800 kilómetros desde Valdivia hasta el Palacio de La Moneda con un solo objetivo: reunir los 1.200 millones de pesos necesarios para costear en España el tratamiento oncológico de su hijo, diagnosticado con Neuroblastoma. Fue un acto de fe, dignidad y rebeldía frente a un sistema que falla —y que exige a familias enteras que pidan limosna para salvar a sus hijos.
Tragedia y desprotección
La campaña, bautizada como “Unidos x Martín, Kilómetros de Amor”, generó amplio eco: manifestaciones de solidaridad, donaciones, cobertura mediática y esperanza. Sin embargo, la recaudación nunca alcanzó la cifra necesaria. Los días se agotaron, y con ellos, el tiempo para que la inmunoterapia exigida —disponible solo en Europa— se concretara. La enfermedad avanzó. El sistema, no.
Este viernes, los padres confirmaron la partida de su hijo a través de su cuenta en redes sociales: “Con profundo dolor anunciamos la triste partida de nuestro pequeño Martín. Dios le llamó a descansar en sus brazos. Te amamos siempre, pochi de amor”.
No hay consuelo posible: la muerte de Martín no solo representa una pérdida irreparable, sino que evidencia una deuda enorme de Chile con sus ciudadanos: ¿hasta cuándo seguiremos dependiendo de la caridad —y de jornadas épicas de 800 km— para que un niño enfermo tenga acceso a una terapia que su país no garantiza?











