Una fuerte ola de críticas se desató en el mundo del espectáculo chileno luego de que Sergio Rojas emitiera cuestionamientos públicos sobre la adopción del hijo menor de Rafael Araneda y Marcela Vacarezza.
Sus declaraciones, difundidas en plataformas digitales y espacios de opinión, fueron consideradas por diversas figuras como un límite cruzado, encendiendo un debate que rápidamente dejó de ser farandulero para instalarse en el plano ético.
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Actores, animadores y comunicadores utilizaron sus redes sociales para manifestar su rechazo, acusando una intromisión injustificada en la vida privada de un niño y cuestionando el rol de ciertos opinólogos que, amparados en la contingencia, traspasan fronteras sensibles.
Indignación transversal en el espectáculo
En varios mensajes se reiteró que la adopción es un proceso legal y legítimo, y que ponerla en duda públicamente solo contribuye a la estigmatización.
Desde el entorno televisivo, el caso fue leído como una señal de alarma sobre cómo se ejerce la opinión en la industria del espectáculo.
Algunos panelistas y figuras del medio advirtieron que el afán por generar impacto o viralización termina normalizando discursos que afectan directamente a terceros que no tienen ninguna responsabilidad pública, especialmente menores de edad.














