José Antonio Kast volvió a quedar en el centro de la conversación pública tras tomar una decisión tajante frente a una creadora de contenido para adultos que, a través de redes sociales, manifestó su intención de convertirse en su “primera dama”. El episodio, que mezcló política, provocación digital y farándula, terminó con una señal clara del candidato: bloqueo inmediato y cero espacio para el espectáculo paralelo.
La situación se originó cuando la influencer comenzó a publicar mensajes y videos en los que se autoproclamaba potencial pareja del abanderado republicano, apelando a la visibilidad que genera la campaña presidencial. El contenido, rápidamente viralizado, cruzó la frontera del comentario anecdótico y se instaló como un ruido incómodo en medio de una contienda ya marcada por la polarización y el escrutinio permanente a los candidatos.
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Kast corta de raíz la polémica
Desde el entorno de Kast, la respuesta fue silenciosa pero contundente: bloqueo en redes sociales y ninguna interacción pública, una señal que busca cerrar el episodio sin amplificarlo. En la práctica, el gesto fue leído como una estrategia de control de daños, orientada a evitar que la campaña se desvíe hacia terrenos que el comando considera irrelevantes o derechamente perjudiciales para su relato político.
El caso no pasó inadvertido en el ecosistema mediático. Analistas y comentaristas coincidieron en que este tipo de episodios refleja cómo las campañas presidenciales se han convertido también en campos de batalla digitales, donde figuras ajenas a la política tradicional intentan capitalizar atención, likes y seguidores colgándose de nombres con alta exposición pública. En ese escenario, el silencio —o el bloqueo— se transforma en una herramienta política más.
Más allá de la anécdota, el episodio deja en evidencia una tensión recurrente en la política chilena actual: la delgada línea entre la vida pública, la cultura de redes y la farandulización del debate presidencial. Kast optó por cerrar la puerta sin explicaciones, enviando un mensaje claro a su electorado y a quienes orbitan en torno a la campaña: en su proyecto, no hay espacio para el show ni para protagonismos fuera del libreto político.















