La entrevista televisiva con Carter —electo senador por La Araucanía— derivó en un cruce monumental. Apenas se le preguntó por su presencia en la frontera norte, el exalcalde explotó contra la periodista Andrea Arístegui, acusándola de “mala intención”. Cuando el conductor del programa, Julio César Rodríguez (JC), intervino para moderar el tono, Carter respondió con un duro: “Cuidado con lo que está diciendo. No corresponde ese lenguaje.”
Esa frase —dirigida a quienes le reprochaban— no solo iluminó el temperamento de Carter, sino que también puso sobre la mesa la creciente tensión entre poder, periodismo y espectáculo. Porque detrás del ping-pong verbal no había solo una diferencia de opinión, sino una clara mirada sobre qué se considera “legítimo” en una entrevista: ¿respuesta directa o auto-defensa agresiva?
Rodolfo Carter y Julio César Rodríguez
El intercambio encendió alertas en los pasillos mediáticos: varios se preguntan si este tipo de reacciones exacerban la polarización social. Para muchos, fue un episodio que expone un estilo confrontacional innecesario: en lugar de responder sobre su visita fronteriza, Carter centró el debate en la forma, en el ataque personal. Esa estrategia, según críticos, habla del nerviosismo de un político cuya reputación ya está bajo microscopio.
Y no es la primera vez que Carter se ve involucrado en disputas similares. En apenas 2025, ya había sido blanco de lienzos ofensivos, insultos, y cuestionamientos por polémicas contrataciones durante su paso como alcalde.
Ahora, con un escaño en el Senado recién asegurado, este rifirrafe en pantalla sugiere que su ingreso a la alta política podría venir acompañado de conflictos públicos, tensiones innecesarias… y un ego que muchos estiman excesivo.















