Fue hace 13 años. A las 0.34 horas del sábado 27 de febrero (27F) de 2010 Chile vivíó uno de los sismos más destructivos de su historia.
La tragedia, que dejó una cifra oficial de 525 fallecidos, daños de gravedad en la infraestructura urbana desde Concepción a Los Vilos.
También interrumpió los servicios básicos del 60% del país por varias jornadas, ha sido analizada en profundidad en los años posteriores.
Hoy, al cumplirse 13 años de esos devastadores cuatro minutos bien vale conocer cómo ha cambiado el país y cómo podría Chile enfrentar un evento similar.
Tecnología de Punta
«Las estructuras en general, envejecen. Y tanto en Chile -un país de cultura sísmica- como en el resto del mundo no se había implementado hasta ahora en forma masiva una tecnología capaz de reportar el estado de salud estructural de una vivienda o una construcción de altura».
Con esas palabras, Felipe Martínez, el Ceo de la empresa Huella Estructural, especialistas en el monitoreo de la denominada ‘salud estructural’ de todo tipo de edificaciones, explica la novedosa fórmula de servicios que por estos días desarrollan en el mercado chileno.
El monitoreo, basado en la instalación de acelerómetros triaxiales -de desarrollo propio- permite mantener a los ocupantes de una construcción permanentemente informados acerca de cómo se comporta y qué tan preparada está esa estructura ante un terremoto.
Según Martínez «nuestro servicio busca sacar el monitoreo de salud estructural del ámbito académico y acercarlo a las personas e incorporarlo a nuestra tradición o cultura sísmica. Es esperanzador en este proceso que la salud estructural de nuestras edificaciones sea también un insumo de esa cultura de los terremotos que poseemos los chilenos, tan reconocida en todo el mundo».
Según el ejecutivo de Huella Estructural, «todos los especialistas ligados a este proyecto estamos convencidos que, gracias a la internet de las cosas, por medio de una tecnología mínimamente invasiva y de bajo costo relativo, estaríamos contribuyendo poderosamente a mejorar la vida de las personas».
Añade que para advertir las ventajas de medir la salud estructural de una construcción solo basta con pensar que «este tipo de innovaciones nos permitiría vivir más tranquilos al saber cómo responderá por ejemplo el colegio de los niños ante un sismo o cuál sería la ruta más segura para ir a visitar un familiar, tras un terremoto».
Huella Estructural en la actualidad se encuentra evaluando, on line, el comportamiento estructural de tres grandes hospitales del país, las oficinas en Santiago de un gigante mundial de los seguros y diversos proyectos inmobiliarios.
El adiós a la Onemi
Según explica Sergio Barrientos, PHD en Ciencias de la Tierra y director del Centro Sismológico Nacional de la U. de Chile, tras el 27F «hemos visto que la institucionalidad ha cambiado enormemente».
El especialista añade que «el impacto del sismo de febrero de 2010 ha sido enorme e incluso gatilló la modernización de todos los sistemas de monitoreo de sismos y maremotos».
«Lamentablemente, el sistema sismológico de observación que teníamos era razonable, pero no tan bueno como el que existe hoy», dijo.
Agregó que «además se han establecido nuevos protocolos entre lo que hoy es el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) para determinar las actividades a realizar entre las instituciones relacionadas y que antes eran muy básicos».
El especialista añadió que «así, cada vez que podemos entender de mejor manera cómo se manifiestan los terremotos en la superficie, podemos cuantificar de mejor manera el peligro y producir aquellas medidas de mitigación adecuadas».
Sistema de Alerta Temprana (SAE)
Para la directora de la Escuela de Ciencias de la Tierra Universidad Bernardo O’Higgins, Fabiola Barrenechea, quien también dirige el Observatorio en Gestión del Riesgo de Desastre, el sistema SAE es un sistema moderno, que antes del terremoto 2010 no existía.
Coincidió en que «después del terremoto se actualizaron los protocolos del centro sismológico de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI), así como también el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile, (SHOA) para reducir los tiempos de respuesta».
Explicó que en la actualidad el SHOA demora al menos 2 minutos en decir si es que un sismo reúne o no las características para generar un tsunami.
En el caso de que eso ocurra el Sistema de Alerta de Emergencia (SAE) se activa y emite una señal a todas las personas que se encuentran dentro del área que sería afectada por el Tsunami.
«Es una tecnología muy buena porque además el ruido que tiene el teléfono es distinto. Si uno apaga el teléfono y el mensaje sigue llegando. Esto no depende de que tenga señal o esté prendido, la señal va a llegar sí o sí junto al mensaje de que hay que evacuar», relató.