“Soy complice de la muerte de más de 35 mil bebés”. Así comienza el duro testimonio del documental Blood Money (dinero sangriento) otorgado por Carol Everett, quien perteneció a la industria durante 6 años y que terminó horrorizada por la serie de prácticas médicas reñidas con la ética y la moral en un negocio que es tan oscuro como millonario.
Entre los miles de argumentos que día a día circulan entre quienes defienden la vida del que está por nacer y aquellos que no le asignan ese derecho, se oyen conceptos como interrupción del embarazo, derecho a la vida, derechos de las mujeres, o «mi cuerpo, mi decisión».
Sin embargo, el centro de esta polémica omite un dato relevante y es que el negocio que genera la “industria” del aborto es millonario que, como consecuencia de los constantes recortes que se han hecho en Estados Unidos (particularmente en la pasada administración Trump), la industria buscó nuevos mercados y Latinoamérica apareció como un objetivo relevante de conquistar.
El negocio millonario y protegido
En Chile, el aún incipiente “mercado” del aborto no exhibe números que sean comprobables y dista mucho de las grandes potencias del primer mundo que han hecho de esta práctica una fuente de ingresos que tienden a ser inagotables.
Los datos, no siendo del todo transparentes, sí muestran una tendencia clara respecto de lo que produce este particular negocio. En España, por ejemplo, en donde la cantidad de abortos crece día día, el ingreso anual sólo por procedimientos se eleva a US$40 millones por año.
El ícono del abortismo en el mundo es la conocida fundación multinacional Planned Parenthood, empresa que se estima, ha recibido más de mil millones de dólares sólo por procedimientos abortivos desde 1977 y cuenta sólo con el 20% de todas las clínicas abortivas de Estados Unidos en donde, se estima, se practican más de 1,6 millones de abortos anualmente.
La Planned Parenthood cuenta a su haber con millones de abortos a cuestas y su dinero es cuantioso, lo que le ha permitido influir y tener lobby en prácticamente todo occidente, influyendo en la legislación de cada país y lo que es peor, en sus habitantes y su cultura.
Además de actuar directamente, esta organización ha contado con el apoyo sistemático de instituciones multilaterales y magnates a nivel mundial. Según el libro “El Imperio de la Muerte” de David Fresno, los proyectos en que participó, dirigió o promovió Planned Parenthood , recibió aportes de organismos como la Unión Europea, el Fondo de las Naciones Unidad para la población y conocidos como Bill Gates, Elthon John y empresas como Ford y Nike.
Sólo en un año, estas agrupaciones recibieron en Europa más de US$ 14 millones para la promoción de su negocio.
A Planned Parenthood, se suman en la promoción del aborto entidades relevantes a nivel mundial que día a día hacen lobby para que cada vez más países hagan suya esta práctica y así, incrementar su negocio.
Tal es el caso de National Organization for Women (NOW), Naral Pro-Choice además de organismos multilaterales que otorgan créditos a países y a este tipo de iniciativas. Todas ellas han sostenido, en mayor o menor grado, políticas de control de la natalidad para países de menor desarrollo, pero con elevado crecimiento demográfico.
Diversas fundaciones transnacionales además de Planned Parenthood, como la Open Society de George Soros, la Fundación Ford, la Fundación Rockefeller, la Fundación Gates, junto con organismos como la ONU, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, además de muchos gobiernos, contribuyeron a financiar estas políticas.
La Planned Parenthood no solamente ha estado en el centro de las miradas por los aportes a diversas organizaciones que promueven esta práctica, disfrazada de ser defensora de los derechos de las mujeres. En 2015, debió responder ante denuncias por ventas de órganos y tejidos fetales de niños abortados en avanzado estado de gestación para investigación. Planned Parenthood lo negó.
Sin embargo las sospechas continúan. La Planned Parenthood, que cuenta con más de 600 clínicas abortivas en los Estados Unidos y crece a diario en el resto del mundo, no sólo ha debido responder ante la justicia, si no a la sospecha del mundo entero sobre la comercialización de bebés abortados.
Sumado a ello, ha sido transparentado que las candidaturas de Barack Obama y Hillary Clinton recibieron jugosas donaciones de parte de esta organización, siendo la campaña de Clinton la más favorecida con más de 20 millones de dólares en aportes.
Las sospechas y críticas han venido desde dentro. Hace unos años, Mayra Rodríguez, una ex directora de clínicas abortivas en México reveló la mala praxis constante, el tráfico de jóvenes, el uso de personas indocumentadas y muchas otras realidades de la multinacional abortista.
El caso mas icónico que reveló Rodríguez es aquel que denunció y ganó a la multinacional abortista. Este consistió en contar la historia de una mujer de 19 años con 14 semanas de gestación; el doctor le dejó la cabeza del bebé adentro de la madre, aspiró, puso un dispositivo intrauterino y luego la enfermera le pidió a la mujer que viera el ultrasonido otra vez. Fue allí cuando volvió a aspirar y a raspar el útero de la joven y le insertó de nuevo el dispositivo. Un horror,
Este procedimiento, que no tiene ninguna justificación médica, fue ocultado por la clínica, sin embargo la justicia falló a su favor.
De la misma manera, contó que las clínicas de California no piden identificación a las jóvenes, se prestan para practicar abortos a niñas que han sido secuestradas para prostitución y las llevan allí porque saben que no les piden ni papeles ni autorización para practicarse los abortos.
El caso chileno
En Chile, la “interrupción” del embarazo como le llaman, como si fuese algo que se pudiera reanudar, fue aprobado y promulgado como ley en Chile en septiembre del año 2017 y, condicionó su ejecución a tres causales delimitadas como lo son la violación, la inviabilidad del embarazo o el riesgo de vida de la madre, zanjando un tema de años que fue objeto de discusión y ocupación de diversas agrupaciones (muchas de ellas financiadas por la Planned Parenthood) que lograron imponer mediáticamente el tema y ponerlo de su lado desde la perspectiva cultural e ideológica, bajo el argumento que en Chile se realizaba la friolera de 300 mil abortos clandestinos e ilegales, lo que ponía en riesgo la vida de miles de mujeres.
Esto contrasta de manera bastante evidente con los números presentados en la “campaña” para su aprobación y suelen ser objeto de NO ESTUDIO en los proyectos venideros, entre ellos los de la nueva constitución que, de aprobarse, contiene un artículo que permite el aborto sin apellidos, ni plazos ni causal alguna.
Aún el escenario está abierto. Más allá de la aprobación o no de la nueva constitución, es un hecho que las instituciones financiadas por organismos que promueven su negocio, buscarán seguir abriendo mercados en países como Chile y así expandir sus ganancias y profundizar un mercado que no sólo es cuestionado por su origen, sino también por las prácticas médicas reñidas con la ética profesional y la misma sanidad de las mujeres.