La ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo, abrió una ventana a su vida privada este fin de semana, compartiendo en redes sociales —y luego en un perfil más íntimo— los desafíos, alegrías y contradicciones de su reciente paternidad.
A casi diez meses del nacimiento de su hijo Rafael, fruto de su matrimonio con el músico Abel Zicavo, Vallejo pintó un retrato sincero de lo que muchos conocen sólo desde el protocolo: pañales, noches en vela, risas infantiles y amor multiplicado.“Mi peloncín ya entró en esa fase peligrosa en la que me tira el pelo, me pellizca y hasta me muerde por las noches” —escribió Vallejo en una publicación que acompañó con imágenes del pequeño explorando la casa.
Para Vallejo, la maternidad fue una experiencia esperada y celebrada: en febrero de este año anunció el nacimiento de Rafael con emoción, compartiendo en Instagram la noticia y los primeros días en casa.
Camila Vallejo relata su nueva vida como mamá
Sin embargo —y como ha reconocido en ocasiones anteriores— no ha sido fácil conciliar su rol político con el nuevo rol de madre. En julio pasado, durante su postnatal, confesó que volver a La Moneda implicaba reordenar prioridades, repartir responsabilidades en pareja y vivir bajo el permanente ojo público.
En esta nueva publicación, Vallejo quiso mostrar sin filtros lo que pocos se atreven a reconocer: el cansancio, la incertidumbre de cuidar a un bebé inquieto, los reajustes diarios. Pero también la ternura, el amor que crece con cada “sonidito” y la convicción de que —a pesar del caos— ser madre la humaniza. “¿Es duro? Sí. ¿Se duerme? ¡No! Pero ha sido maravilloso volver a ser madre. El amor, definitivamente, solo crece”, concluyó.
Más allá del relato íntimo, lo que hace Vallejo al desnudar su maternidad —y su vulnerabilidad— tiene implicancias políticas. En un contexto donde las discusiones sobre derechos laborales, cuidados parentales y corresponsabilidad familiar se intensifican, su testimonio conecta lo personal con lo colectivo.
Ella misma reconoció que esta segunda maternidad —no exenta de ruido mediático— la impulsa a visibilizar la realidad que muchas mujeres viven: trabajar, cumplir con exigencias públicas, cuidar, maternar.
Además, su regreso al cargo tras el postnatal, antes de lo previsto, generó comentarios en partidos, prensa y movimientos feministas sobre la presión de “normalizar” la maternidad en el poder. Vallejo lo admitió: quiso retomar obligaciones, pero bajo sus propias condiciones —acompañada, consciente, dispuesta a conciliar su rol público con su vida familiar.
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