En un movimiento que ha prendido alarmas en el norte chileno, el gobierno de Perú declaró este domingo estado de emergencia en 28 provincias limítrofes, incluyendo las que comparten frontera con Chile.
El presidente interino José Jerí justificó la medida como una respuesta urgente al alza en la delincuencia y al “creciente flujo migratorio irregular” que, según él, ha convertido esas zonas en verdaderas “coladeras”.
Desde Tacna, Jerí anunció que las Fuerzas Armadas reforzarán a la Policía Nacional para “resguardar y evitar actos irregulares” en los pasos fronterizos, una medida que no solo busca frenar el tráfico ilegal, sino también cimentar una política de Estado para proteger los límites del país.
Perú declara estado de emergencia en sus fronteras
Desde el otro lado de la cordillera, el candidato presidencial José Antonio Kast no tardó en reaccionar. Valoró la decisión peruana, pero lanzó una andanada directa contra el presidente Gabriel Boric: lo emplazó a interrumpir su gira por el sur y viajar “de inmediato” a Arica para “hacerse cargo” de una crisis que, a juicio de Kast, él mismo ha contribuido a agravar.
Para Kast, la militarización de la frontera es la consecuencia lógica de su propio discurso: ha advertido que “nadie más va a entrar por la ventana a Chile”, y propone que quienes estén en situación irregular abandonen el país para luego reingresar a través de canales formales.
Este choque de gestos políticos exhibe una tensión que, según expertos, puede escalar rápidamente. No es solo un conflicto migratorio, sino una disputa simbólica por quién tiene la autoridad para controlar la “puerta norte”. En el fondo, se pone en debate el rol del Estado chileno: ¿es Boric un espectador cómodo o un presidente con capacidad real para reagrupar su política fronteriza bajo presión externa?
Mientras tanto, los residentes de Arica y las autoridades locales observan con preocupación. El llamado de Kast podría sonar bien para su base electoral, pero la crisis de seguridad y migratoria es real, y no se resuelve solo con vuelos diplomáticos o eslóganes de campaña. La pelota está ahora en la cancha presidencial —y el reloj no está de su lado.














