En el cierre de campaña de la candidata presidencial del pacto Unidad por Chile, Jeannette Jara, se desató una polémica que pone en evidencia una fisura en su estrategia política: Un grupo de adherentes coreó “el que no salta es paco”, cántico con clara alusión hostil a Carabineros de Chile.
La reacción de Jara, quien aludió a su risa durante el cántico como producto de su carácter “alegre”, no aminora el impacto del episodio.
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“Me río porque soy una persona alegre y les molesta a algunos”, dijo en un acto en Talca. Al mismo tiempo, sostuvo que no comparte la consigna y que “su postura no se rige por los gritos del público”.
Sin embargo, la controversia no queda ahí. El ministro de Seguridad, Luis Cordero, hijo de carabinero y con mando público en la materia, salió al paso de la situación señalando que tales expresiones “encierran algún tipo de ignorancia” y advirtiendo que “yo tendría cuidado con ese tipo de expresiones”.
Polémica en cierre de campaña
Luego de todo, la campaña de Jara no puede seguir desestimando que este tipo de cánticos, aun si fueron promovidos por terceros, arrastran un costo político concreto entre electores sensibles a la institucionalidad y al orden público.
La candidata, además, no desaprovechó para atacar al comando de su rival José Antonio Kast, al apuntar directamente a su asesor Bernardo Fontaine, a quien acusó de tener “una tremenda cara de palo” mientras su público vitoreaba consignas anti-policiales.
Con esta postura, Jara parece ensayar una doble estrategia: distanciarse del cántico para no ahuyentar al segmento más moderado, y al mismo tiempo movilizar su base más crítica al poder policial.
No obstante, la operación tiene riesgos si no controla mejor el entorno de sus actos públicos.
En los próximos días, habrá que observar si este episodio impacta en la percepción pública de Jara como candidata de orden y responsabilidad institucional —áreas donde su adversario de derecha ha sido fuerte— o sí=i, por el contrario, consolida su imagen de candidata disruptiva.
En cualquiera de los casos, la campaña se enfrenta a un escollo que no admite risas distraídas.















