Estuvimos cerca. En febrero de 2020, a cinco meses del denominado Estallido Social, el Banco Central informaba que el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) demostraba una expansión de 1,1% para diciembre de 2019.
Así, el crecimiento económico del 2019 llegaba a 1,2% anual, cifra que pese a ser la más baja de los últimos 10 años, seguía aun siendo una buena noticia para el país, que por entonces vivía los últimos estertores del apogeo económico vivido en las últimas tres décadas.
Atrás habían quedado cifras de crecimiento de hasta 5% anual, que estaban poniendo a Chile a un escalón del desarrollo y que se dio durante el primer gobierno de Sebastián Piñera.
De hecho, para este 2023 se ha proyectado que Chile sea el país que menos crece en la región, superando las ya negativas expectativas de Venezuela y Argentina, quienes no han podido lograr controlar la inflación.
Hoy, a tres años del denominado «estallido social» o «revuelta social» como a algunos les gusta llamarle, como si fuera la hora del recreo de una escuela básica, la economía no conoce de respiros y el bolsillo de los chilenos cada semana tiene menos poder adquisitivo.
Suben los combustibles, los insumos, el kilo de pan y el costo de la vida en general, lo que está generando tiempos de profunda incertidumbre social.
Desde el Estallido Social en octubre de 2019 el vaivén del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la Unidad de Fomento (UF) y la volatilidad del dólar han llevado al país en octubre este 2022 a una inflación acumulada del 11,8% en tres años, anotando un promedio mensual de 0,31%.
Lo anterior se ha reflejado también en el precio de la Unidad de Fomento (UF), que es la medida con que la economía indexa automáticamente la variación de precios, y que desde el día de la revuelta social el viernes 18 de octubre de 2019 se ha incrementado en $6.335, desde los $28.065 a los $34.400.
Lo relevante -y a la vez triste- de esta situación radica en que la UF incide en prácticamente todos los índices de gestión económica del país, pues es el parámetro base para la compra de viviendas y terrenos (sector vivienda), insumos (sector comercio) y también para bienes y servicios (productos de primera necesidad).
El dólar y su proyección
Desde el 18 de octubre de 2019 (el día del Estallido Social) el valor de la divisa norteamericana estaba a $721, un alza mayor llegó cuatro meses después, en marzo de 2020 en el inicio de la pandemia en Chile con unos $772. Posteriormente tuvo un nuevo peak en abril y se mantuvo al límite de los $800.
Sin embargo, con las presidenciales en noviembre de 2020 se superó los $812. Con la llegada de la Guerra de Ucrania, el dólar llevó a una jornada cambiaria de locos, en que el precio del dólar superó los $1.000 por litro, golpeando directamente el precio de las importaciones, especialmente el petroleo lo que conlleva el alza de la bencina.
El alza no fue diferente para el 2022, cuando esta semana el valor de la moneda estadounidense alcanza los $933 después de varios meses de incertidumbre y vaivenes económicos. Esto revela un explosivo aumento -tras la pandemia, la invasión de Ucrania, y la inestabilidad institucional de Chile- en $212 en menos de 36 meses.
La reacción se da luego que el Consejo del Banco Central se refiriera el lunes 11 de este mes a la volatilidad cambiaria. Dentro de las ayudas al ajuste de la economía fue el anunció que dio el jueves 14 de julio que consistió en crear el programa de Intervención Cambiaria y Provisión Preventiva de Liquidez en dólares.
Dicha iniciativa consiste en implementar US$ 25 mil millones, doscientos cincuenta billones, doscientos veinticinco mil millones ($250.225.000.000.000) a partir del lunes 18 de julio y el 30 de septiembre.
Sin embargo, el paquete de emergencia -y que de paso puso en serio riesgo la economía nacional debido a los riesgos de alimentar a la especulación informal- no logró mover la aguja en forma trascendente.
Ya tras el anuncio, analistas calificaban el mensaje del Central como una reacción tibia y sin efectos en el mercado cambiario, lo que al cabo de la intervención terminó por darle la razón a los agoreros.
IPC e Inflación
Según el último Panorama Económico Mensual, elaborado por el equipo de Estudios de Banco Santander, la inflación global sigue tensionando a los mercados. A pesar de la caída en los precios de la energía, aumentos de la inflación subyacente en los mercados avanzados han generado la expectativa de un endurecimiento mayor de la política monetaria de los principales bancos centrales, estrechado aún más las condiciones financieras globales.
En respuesta, las bolsas han retrocedido con fuerza, las tasas de interés de largo plazo han subido y el dólar se ha apreciado a nivel global.
Los Activos locales se mantienen volátiles. El resultado del plebiscito tendió a apreciar el tipo de cambio y fortalecer la bolsa. Sin embargo, el estrechamiento de las condiciones globales y nudos políticos internos han generado reversiones en estos precios. Hacia delante, una ruta clara y acotada para el proceso constitucional podría contribuir a la revalorización de los activos.
La Economía siguió contrayéndose. La caída del Imacec (-1,1% m/m) dio cuenta del proceso de ajuste que enfrenta la demanda interna. Hacia delante, la economía seguirá disminuyendo. El próximo Imacec (correspondiente a agosto) mostrará las primeras variaciones interanuales negativas. El año cerrará con un crecimiento promedio de 1,75%, pero en 2023 la actividad tendrá una contracción de 1%.
La Situación fiscal mejora. A pesar de la merma de recaudación por la moderación del gasto interno, los ingresos extraordinarios por el ISFUT (Impuesto Sustitutivo de Rentas Acumuladas, o ISFUT) y el contrato de litio de Corfo harán que el balance fiscal cierre con números azules este año (0,3% del PIB). En 2023, las cuentas fiscales se podrían deteriorar por menores ingresos y mayor gasto.
Los Precios siguen sorprendiendo al alza. El IPC de agosto (1,2%) estuvo por sobre lo esperado y elevó la inflación hasta 14,1%, confirmando que las presiones siguen altas a pesar de la moderación del consumo. Con todo, prevemos que en los próximos meses los precios comenzarán a moderarse y el año cerrará con una inflación superior a 12%.
A juicio de los especialistas, si la conducción económica del país no varía, la política pública avanza más en un modelo expropiatorio que de fomento de la actividad, Chile verá cada vez más lejos el ansiado camino hacia el desarrollo.
Como ya se ha repetido, el malestar general, el descontento y la presión social por cambios políticos no le hizo bien a la salud económica y la estabilidad del país. Veremos cómo enfrenta el actual Gobierno la tan necesaria relación crecimiento-empleo que los chilenos tanto ansían.