La ex Miss Chile y figura pública de farándula, Emilia Dides, volvió a encender las redes sociales tras abrir su alma y confesar —sin filtros— los conflictos emocionales que enfrenta en las últimas semanas de su embarazo. Con 28 semanas de gestación, la mujer acompañada del deportista Sammis Reyes admitió sentirse “descolocada”, con llanto a flor de piel y la sensación de estar sola ante un ciclo que, en su interior, vale por dos.
En un video publicado en TikTok, Dides relató que —una vez superadas las náuseas y los malestares iniciales— apareció un fantasma inesperado: “de la nada me dan ganas de llorar… es como sentir que necesito sacar ese llanto y me siento mucho mejor, pero es tan extraño, porque yo no lloro casi nunca”, confesó con honestidad. A sus seguidores les pidió apoyo, consejos, e incluso la simple confirmación de que no está sola en ese cambio profundo. “¿Me comprenden o estoy sola en esto?”, insistió.
“¿Me comprenden o estoy sola en esto?”
Pero el llanto no es la única preocupación de la futura madre. En recientes declaraciones, también reconoció que este embarazo le ha removido heridas del pasado: reveló que ha luchado con trastornos alimenticios y que está intentando aceptar su cuerpo en constante transformación. “Ha sido difícil, no lo hablo mucho, pero es real”, admitió, visibilizando un tema sensible que muchas mujeres enfrentan en silencio.
Este contraste —entre la “guatita bella” que orgullosa mostró hace semanas y el conflicto íntimo que ahora denuncia— expone la otra cara de la maternidad mediática: glamour en redes, sí; pero también ansiedad, vulnerabilidad y la urgente necesidad de redes de apoyo reales.
La historia de Emilia Dides, con sus luces y sombras, desnuda la precariedad emocional que muchas gestantes enfrentan: la presión social, los cambios hormonales, los reflejos psicológicos de luchas pasadas, y un entorno mediático que no siempre acompaña con empatía, sino con juicio.















