María Elena SantibáñezSacerdote jesuita Felipe Berríos.Compañía de Jesús
Él siguió sentado en su silla y empezó a realizar tocaciones con sus dos manos en mis brazos, abdomen, muslos y glúteos, en virtud de su posición de poder y la vulnerabilidad en la que yo me encontraba. Me hizo darme vuelta mientras seguía pasando sus manos y diciéndome: “Pero si estás súper bien”. Luego me dio una palmada en los glúteos y me volví a sentar. Al final del encuentro, el denunciado me absolvió de mis pecados, como se hace en una confesión católica”.
La denuncia
Fundación para la Confianza







