Luego de 34 años Chile se enfrenta a un nuevo y crucial plebiscito. Hoy, a cuatro días del crucial acto republicano es hora de conmemorar lo que fue el Plebiscito del SI y el NO, revivir los sentimientos (para los mayores) y conocer cómo fue esa jornada del 5 de octubre de 1988.
«¡Corrió solo y llegó segundo!» del Fortín Mapocho. Es uno de los titulares más emblemáticos de la prensa y se refiere a la derrota en el referendo de octubre de 1988 del entonces gobernante Augusto Pinochet, pues la pregunta era si el país quería que siguiera gobernando o no.
El plebiscito tenía un objetivo claro: validar a Pinochet y sus aliados en el ámbito nacional e internacional. Pero los chilenos decidieron lo contrario. Desde entonces, la transición a la democracia comenzó.
Pinochet llevaba al mando del país casi 16 años, sin embargo, el descontento en la sociedad mientras estaba al mando, se hizo saber y se evidenció con el “No”.
Según la crónica del The New York Times de aquel día, Patricio Aylwin, entonces presidente de la Democracia Cristiana y portavoz del comando del NO – y más tarde presidente de Chile-, declaró públicamente que estaba claro que «la mayoría de los chilenos han votado que no».
Pero, en un ambiente de tensión, Aylwin también pidió a la gente que se quedara en casa y que no provocaran a las fuerzas armadas ni a la policía ya que en esos tiempos tenían mucho poder.
Parte de las preferencias políticas manifestadas en 1988 responden a eventos ajenos a lo sucedido después de septiembre de 1973. Hay algunos que habrían votado por Pinochet sin importar qué se hizo durante su régimen. Hay otros que siempre estuvieron en contra de esa dictadura y de la clase política que la apoyó, independiente de lo sucedido.
El nuevo comienzo
Dos referendos anteriores, en 1978 y 1980, habían estado llenos de irregularidades, siendo el último la oportunidad de los ciudadanos descontentos. Pinochet tenía suficiente fuerza para mantenerse en el poder, pero no la suficiente como para destruir a la oposición, es por esto que fue partícipe de este plebiscito.
La persecución política, y la crisis económica que golpeó al país en 1983 actuaron como detonantes del descontento popular y de protestas masivas.
Además, el fallido atentado en contra de Pinochet en 1986, con la fuerte represión posterior, y el fracaso de una mediación de la Iglesia Católica, fueron parte de las motivaciones para los ciudadanos para decidir cambiar al país.
La franja televisiva del «No» fue una explosión de creatividad que ganó la ideología de los chilenos. Por primera vez en 15 años se emitieron mensajes opositores al régimen de Pinochet a través de las pantalla, ya que antes, no era factible demostrar el descontento.
Cómo se combatió la «cultura del terror»
«La dictadura abrió un espacio porque supuso que no había condiciones y que no teníamos capacidad. Eran dueños del poder total y de los medios de comunicación y creían que no íbamos a poder hacerlo. Se equivocaron», indicó a BBC Mundo en 2008 Carlos Tironi, productor ejecutivo de los spots publicitarios de la campaña.
«Vivíamos en la cultura del terror y existía la sensación de que esto era lo último que se podía hacer. No había opciones; si perdía el ‘No’, o nos metían presos o teníamos que huir. Nos jugamos el 100%».
Sin embargo, parte de la publicidad era monitoreada por el mundo internacional ya que Chile era el último de los países sudamericanos bajo un régimen dictatorial y la transición sudamericana sólo se completaría una vez que se fuese Pinochet, por lo que los derechos humanos serían defendidos para permitir este proceso.
El día histórico
La tensión e incertidumbre ese día eran máximas. Bajo la mirada del mundo, más de 7 millones de chilenos acudieron a las urnas. A las ocho de la noche, el régimen militar dio a conocer el primer cómputo, basado en el 0,4% de los votos: Pinochet llevaba más de 17 puntos porcentuales de ventaja, algo impactante y revolucionario.
Ese día nadie imaginó la respuesta o qué iba a pasar, ya que Augusto tenía fama dictadora, y pues, no se sabía cómo tomar esta transición. Ese día la confusión era tal que hay un momento en que se para el cómputo y la televisión comienza a transmitir dibujos animados.
Pero el régimen aceptó su fracaso, con un conteo final del 55, 99% a favor del «No» y un 44, 01% a favor del «Sí».
Y, después de 17 años de régimen militar, el 14 de diciembre de 1989 se realizaron elecciones presidenciales, que ganó Patricio Aylwin. Así fue como comenzó la democracia en Chile.
Luego de 34 años nos enfrentamos a un nuevo plebiscito
Debe tenerse en cuenta que en Chile, desde 1973, se impuso un modelo de economía social de mercado, por la necesidad estratégica de demostrar, en el marco de la Guerra Fría, que la economía de mercado podía generar desarrollo económico social y no solo de subdesarrollo, como se planteó en el Tercer Mundo en las décadas de 1960 y 1970.
Este modelo que al parecer funcionó por muchos años de buena forma, nos llevó a un nuevo descontento social: “No son 30 pesos, son 30 años de desigualdad” fue una frase icónica del estallido, referida al aumento del precio del combustible.
Desde el 18 de octubre Santiago y el resto de Chile se vio en una masiva protesta social, en la que amplios sectores medios y de las clases populares comenzaron a manifestar su rechazo al modelo neoliberal vigente.
La protesta consideró grandes marchas, caceroleos multitudinarios y enormes destrozos, saqueos e incendios en estaciones del tren subterráneo, supermercados y multitiendas, lo que ha conmovido profundamente a la opinión pública nacional e incluso internacional.
Sin duda fue una de las protestas más extendidas, violentas y significativas que ha vivido el país en toda su historia.
Este significativo descontento hoy nos tiene en una nueva incertidumbre: el Plebiscito de Salida.
Hoy, al igual que hace 34 años, tenemos dos bandos, que buscan aprobar una nueva constitución o rechazarla, siendo el 4 de septiembre el día que generará la misma incertidumbre que se vivió en un pasado, pero la diferencia es que antes existía una capacidad mayor para controlar a la ciudadanía porque hoy puede que estemos en un limbo.
Independiente del resultado, seguramente habrá decepción en algún sector de la sociedad.