Seguimos con una serie de artículos relacionados con el aniversario, este 2023, de los 50 años del rompimiento de la democracia en Chile.
Hoy, casi a medio siglo del bombardeo a La Moneda, los hechos, los antecedentes y la palabra de algunos protagonistas revelan y demuestran que las graves violaciones a la institucionalidad democrática del país no comenzaron el 11 de septiembre de 1973, sino mucho antes.
Revise aquí lo que solo algunos se atreverán a reconocer:
Capítulo II:
El congreso del PS de 1967, realizado en Chillán en el mes de noviembre, es uno de los hitos más relevantes de la historia reciente de Chile y la traumática caída de la democracia.
Ese año, con el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva montado en La Moneda, la izquierda vivía aún los resabios de su dura derrota, dos años antes.
Y así quedaron las cosas hasta que en el XXII Congreso de 1967, el clarín guerrero del partido sonó con más fuerza que nunca.
En medular, el partido de Salvador Allende se definió como «marxista leninista» con vocación de la toma total del poder.
Junto con ello, la tesis aprobada por las bases del partido en ese encuentro calificó como legítima la violencia revolucionaria, el establecimiento de un partido único y la destrucción de la burguesía.
Cuando se habla de destrucción, hacemos énfasis que todo aquel que se opusiera era un ‘burgués’ para el que ya existía una sentencia.
En la práctica, esta posición validó cualquier método para silenciar cualquier contraposición a su tesis.
A desechar la urna
Ahora, lo evidente que este escenario denota es que hasta entonces, luego de varios intentos, la izquierda no podía llegar al poder solo por medio del esfuerzo electoral.
La permanente necesidad de pactos y «concesiones» programáticas tenía a los socialistas agotados y a Allende sin poder lograr su objetivo que era la Presidencia.
Y fue en ese contexto que las vías legales y democráticas fueron despreciadas en el en XXII congreso del PS de 1967 y definidos como «instrumentos limitados de acción».
La alternancia tampoco estaba dentro de su lenguaje por lo que la tesis acuñada por ellos fue que las alianzas servirían «única y exclusivamente si beneficiaban a los objetivos estratégicos».
Esto no era otra cosa que la toma total del poder, el partido único y el silenciamiento de los opositores «burgueses».
Las definiciones del Chillán 1967
La historia no deja dudas y el extracto de los acuerdos y las tesis aprobadas son claras:
«La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y a su ulterior defensa y fortalecimiento», indica.
«Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista», precisó la declaración.
Y añade que «las formas pacíficas o legales de lucha (reivindicativas, ideológicas, electorales, etc.) no conducen por sí mismas al poder».
«El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada. Consecuentemente, las alianzas que el partido establezca sólo se justifican en la medida en que contribuyen a la realización de los objetivos estratégicos ya precisados».
En el fondo se trataba de una paradoja. ‘Mi violencia es legítima, la del resto no’ en una mirada muy arraigada en el contexto que se vivía en Chile y el mundo.
Del Congreso del PS del 67′ al Mir
En paralelo a lo que vivían los socialistas al no poder digerir la derrota del 64′, en 1965 tras el Congreso de Linares nace el MIR.
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria nació en Santiago al alero del Congreso de Unidad Revolucionaria.
Entre los organizadores de dicho encuentro estuvo Clotario Blest más una serie de movimientos insurreccionales de la época.
Todos, sin excepción tenían una mirada violenta respecto de la fórmula para llegar al poder y compartían el ideario de Adonis Sepúlveda, ratificada en Chillán dos años después.
En su declaración de principios, el MIR establece que son la «varguardia leninista de la clase obrera y las capas oprimidas de Chile».
El MIR y su oposición a la izquierda misma
De hecho el MIR en el mismo manifiesto se declara oposición a la izquierda tradicional por sus concesiones y acuerdos con el centro político.
Dentro de los partidos apuntados como oposición al MIR estaban los reformistas socialistas y el mismo Partido comunista, quienes hasta ese entonces enarbolaban la bandera de la «vía pacífica».
En su manifiesto son claros en la declaración de enfrentamiento con la política que se veía en Chile en aquel entonces.
Con mayor o menor razón el MIR dice textualmente que «las burocracias tradicionales de Chile defraudan a los trabajadores reformando el sistema capitalista».
Además, dentro del mismo escrito aparece claro que despreciaron la vía democrática. En dicho manifiesto se le textual:
«Insluso sostienen (la izquierda reformista) que se puede alcanzar por la vía pacífica el poder…como si alguna vez las clases dominantes hubiesen entregado voluntariamente el mismo».
Con aquellos preceptos en su declaración de principios, el MIR invalidaba de plano los procesos electorales y la vía parlamentaria.
A la cubana, proponían la lucha armada y el enfrentamiento directo contra los opositores y sus ideas «fracasadas» de electoralismo y democracia.
Leninistas
Junto con ello, al declararse leninista, quedaba claro que buscaban instaurar un régimen pro soviético en una zona de influencia de los Estados Unidos como lo era y es Chile.
Como veremos en próximas ediciones de este especial periodístico, el proyecto insurreccional del MIR y la validación del PS de la vía armada sería un arma de doble filo.
Por un lado explican el inicio de la ruptura democrática y el rechazo de los sectores democráticos, lo que finalmente llevó al país a un escenario de polarización generalizada.
Y por otro lado, significaría uno de los grandes conflictos que el régimen de la UP de Salvador Allende nunca pudo superar en sus mil días de Gobierno.