En una entrevista realizada en el norte del país, el periodista Rafael Cavada desencadenó una ola de críticas entre adherentes del abanderado José Antonio Kast al afirmar con dureza que las promesas de expulsar a migrantes venezolanos “no pueden cumplirse”.<span class="Apple-converted-space"> </span> Durante su cobertura para el programa matinal en que trabaja, Cavada dialogó con migrantes venezolanos que se preparaban para cruzar a Perú, explicándoles que, por razones legales y logísticas, Chile no tiene la capacidad de deportar masivamente a venezolanos si su país de origen — Venezuela — no da su consentimiento. “Él no puede hacerlo”, aseguró el periodista al ser consultado si la candidatura de Kast era viable para ejecutar esa política planteada.<span class="Apple-converted-space"> </span> <h3>Cavada sacude al discurso de Kast</h3> La reacción no se hizo esperar. En las redes sociales, seguidores de Kast acusaron a Cavada de “hacer campaña en contra”, de impulsar una línea editorial progresista desde un canal comercial, e incluso cuestionaron la ética periodística del medio donde trabaja. Comentarios como “Esto es Jara. Esto es este gobierno. Obviamente ese no es un periodista, es un operador político” fueron comunes.<span class="Apple-converted-space"> </span> Pero la polémica trasciende lo anecdótico: el episodio expone una fisura real en la promesa estrella de Kast sobre inmigración. Si figuras mediáticas y periodistas reconocidos públicamente apuntan a la inviabilidad práctica de esas medidas —por el costo logístico, la necesidad de acuerdos internacionales y la ley—, ¿qué tan firme puede ser el compromiso de expulsar en masa a migrantes en situación irregular? El tema también cobra relevancia en el contexto del reciente anuncio de Kast donde insta a migrantes irregulares a “irse con lo puesto” si no regularizan su situación antes de un plazo establecido.<span class="Apple-converted-space"> </span>Las dudas apuntan no solo a la factibilidad del plan, sino al voluntarismo político: la retórica dura podría chocar con barreras legales, humanitarias y logísticas, dejando a Chile con promesas difíciles de cumplir. Para muchos, lo ocurrido con Cavada no es sólo un golpe comunicacional: representa una advertencia. Y para quienes apoyan al candidato republicano, un llamado de atención: expulsar no basta si no existe un plan realista y humanamente viable de retorno.