En plena convulsión por el caso Caso Muñeca Bielorrusa, el diputado Cristián Araya decidió suspender temporalmente su participación en la Bancada Republicana, en medio de una indagatoria penal que suma cada vez más cuestionamientos en la derecha.
La decisión llega tras la confirmación del fiscal nacional, Ángel Valencia, de abrir una investigación contra Araya por supuestos traspasos de dinero —unos $1,7 millones— del conservador de bienes raíces de Puente Alto, Sergio Yáber. Yáber está suspendido e imputado en la causa, y según registros de escuchas, habría destinado ese monto al parlamentario.
Cristián Araya suspende su participación
Araya ha negado rotundamente dichas acusaciones: asegura que no recibió dinero alguno de Yáber y que su vínculo con el hombre se limita a un episodio de ayuda comunitaria en 2024, cuando actuó como bombero tras un accidente en un cerro. Rechaza cualquier solicitud de gestión o mediación respecto al exjuez implicado en la trama y se distancia de los hechos.
Sin embargo, la sombra se cernió rápido. La cúpula de su partido —representada por el presidente de Republicanos, Arturo Squella— confirmó que la militancia del diputado quedará “congelada” mientras dure la investigación, señalando que Araya mismo planteó dar un paso al costado de la bancada para no contaminar la campaña presidencial del bloque.
El episodio arroja al aire varias interrogantes: si estamos ante un acto de responsabilidad interna o el movimiento desesperado de un partido intentando limpiar su imagen. Pero lo cierto es que, en un contexto en que la credibilidad pública ya es frágil, este tipo de escándalos —y cómo se manejan— podría afectar más de lo esperado al sector. Los próximos días serán claves: el Ministerio Público avanza con el caso, y la presión mediática no da tregua.












