El diputado Johannes Kaiser volvió a sacudir el debate público al anunciar un proyecto que busca eliminar la renovación periódica de la licencia de conducir, reemplazándola por un sistema de autodeclaración de aptitud por parte del propio conductor.
La iniciativa, presentada como una medida de “simplificación del Estado”, abrió de inmediato un flanco de críticas por sus eventuales impactos en seguridad vial y control sanitario.
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Según el planteamiento del parlamentario, el conductor sería quien deba informar si no se encuentra en condiciones físicas o psicológicas para manejar, dejando atrás los exámenes médicos y evaluaciones periódicas que hoy exige la normativa.
Kaiser instala polémica propuesta
Para sus defensores, la idea apunta a reducir trámites y costos; para sus detractores, implica un riesgo evidente en un país con altos índices de siniestros viales.
Especialistas en transporte y seguridad han advertido que la propuesta debilita los mecanismos preventivos y confía en exceso en la autorregulación, un punto especialmente sensible cuando se trata de adultos mayores, enfermedades progresivas o consumo de medicamentos.
Desde el mundo municipal, donde hoy se realiza la entrega y renovación de licencias, también surgieron reparos por la pérdida de control y trazabilidad.
Más allá de su viabilidad legislativa, el anuncio de Kaiser vuelve a reflejar una estrategia política que tensiona el debate con propuestas disruptivas y alto impacto comunicacional.
En un año marcado por discusiones sobre seguridad, responsabilidad individual y rol del Estado, la iniciativa instala una pregunta de fondo: ¿hasta dónde puede llegar la desregulación cuando lo que está en juego es la vida de terceros en la vía pública?















