El exconvencional, Jaime Bassa, no esta viviendo un buen momento personal. Así lo comentó a sus seguidores de Instagram al confirmar, entre su pena y asombro, que lo echaron de su banda de rock “Rábula”, esto luego de que el resto de sus integrantes formar un nuevo grupo musical.
Cabe señalar que el grupo nació en la época universitaria y estaba compuesta por los abogados Luis Felipe Peuriot (guitarra), Críspulo Marmolejo (batería) y Patricio Brown (bajo), quienes lograron destacar en la escena local tocando covers de reconocidas bandas del grunge noventero.
“Hacer música es una de las experiencias que más me ha impactado; escribir canciones, abrirse con letras muchas veces dolorosas y exponerse en público a cantarlas es algo que marca. En el escenario siempre canté con lentes oscuros, en parte por pudor, en parte como una forma de protegerme frente a la exposición. Con lentes casi no se ve más allá del micrófono; es como cantar en la sala de ensayo, solo con la banda, con tus amigos. Una soledad en compañía, que me permitía expresarme con mayor libertad”, inició Bassa, quien pensó que era el fin de la banda, pero lo cierto era que ellos seguirían con otro vocalista y otro nombre.
“Dicen que donde hay mayores sentimientos, los golpes son también más duros. Es verdad. Hace un par de meses, palabras vacías anunciaron, sorpresivamente, el fin. Después de diez años, un WhatsApp fue suficiente. Pero había más. Después supe que siguieron juntos, ahora con otro nombre y nuevo vocalista; uno que, seguro, estará a la altura de sus expectativas, aunque quién sabe cuáles son. Rábula había muerto, pero con ella también la amistad. Sin siquiera una conversación, había quedado en el camino”, relató el abogado constitucional.
La política y la lealtad
“La política pone a prueba las convicciones y, en especial, la lealtad de las personas, no sólo con otros, sino con ellas mismas. Los intereses en juego y las presiones son brutales”, especuló el abogado respecto de los motivos de su salida, que se habría debido por una visión política distinta.
“En este corto, pero intenso tiempo lo vi muy de cerca, quizá demasiado. Al final, moverse sin códigos termina siendo la regla política y casi todos terminan por aceptarlo (…) con excepciones, por cierto. El aprendizaje no ha sido en vano. En ese tiempo, tuve algunas reservas a las que volvía en los momentos de mayor debilidad, entre ellas estaba la música y mi banda. Siempre pensé que los lazos que construye la música serían fuertes, que la lealtad se sostendría en una forma especial de fraternidad, que personas que tienen algo tan significativo en común pasan a ser, al mismo tiempo, importantes. Supongo que esperar tanto de las personas sigue siendo un ingenuo error”, declaró.
“A fin de cuentas, en la retaguardia, en los tiempos difíciles, sólo están la familia y la fraternidad de los amigos -y amigas- de verdad. Fue una hermosa etapa, de la que guardo grandes experiencias y aprendizajes, que me ayudaron a conectarme con ese mundo no racional que habitamos. Estos diez años me acompañarán con las luces de la música, a las que siempre podré volver. Pero sobre ellos ha caído el manto de la noche fría, oscura y solitaria. Luces y sombras, listo para seguir mi camino”, finalizó.
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