La salida de Mauricio “Huaso” Isla de Colo-Colo no fue una transición deportiva más: terminó siendo un cisne negro en redes sociales, un detonante de comentarios ácidos y un gesto que escapa a la simple nostalgia del retiro de un club.
Tras el anuncio oficial de su no continuidad en Macul, el histórico lateral derecho —bicampeón con la Roja y figura de un plantel envejecido— decidió purgar todo rastro de su paso por el Cacique en su cuenta de Instagram, un movimiento que encendió la indignación de hinchas que ven en el gesto un símbolo de deslealtad.
Colo-Colo confirmó que Isla, junto a Sebastián Vegas, Emiliano Amor y Óscar Opazo, finaliza contrato y no renovará para la temporada 2026, en un proceso de reestructuración que busca enterrar el pésimo centenario del club. La dirigencia de Blanco y Negro, en voz de Aníbal Mosa, fue clara: se agradece, pero el ciclo se cierra.
Sin embargo, lo que debía ser un adiós sobrio terminó en un gesto radical del “Huaso”: eliminó de su perfil casi todas las publicaciones donde aparecía vinculado al club, incluyendo la descripción que lo identificaba como jugador de Colo-Colo, salvando apenas un par de recuerdos de noviembre de 2024.
Mauricio Isla reacciona como pocos
La reacción de la hinchada alba fue mucho más brutal que lo futbolístico. En redes sociales, la jugada de Isla fue interpretada como un desmarque definitivo del club que apostó por él en un tramo crítico de su carrera, y que incluso lo ubicó en el top de los salarios del plantel.
Críticas directas no tardaron: mensajes que golpean su rendimiento, cuestionan su entrega y lo pintan como un futbolista que nunca terminó de ganarse el corazón popular pese a su estatus de figura nacional, circulan con fuerza entre los forofos.
Este incidente pone en evidencia una fractura más profunda dentro del ecosistema colocolino: no sólo hay descontento por el pobre rendimiento colectivo que llevó al octavo lugar en el campeonato y a la falta de clasificación internacional, sino también por lo que muchos viven como una falta de identificación con la camiseta y la hinchada.
En contraste, la despedida de otros cortados generó mensajes más emotivos —como los de la esposa de Sebastián Vegas— mientras que el gesto de Isla fue interpretado como una señal de que su vínculo afectivo con el club siempre fue, al menos para algunos, más circunstancial que emocional.
Ahora, con el “Huaso” como agente libre, el foco cambia a su futuro. Isla, a sus 37 años, aún tiene mercado y opciones para seguir su carrera en Sudamérica o incluso en ligas que valoran su experiencia y palmarés.
Pero el repliegue digital que protagonizó constituye una postal incómoda para un ícono que ha disputado mundiales y levantado copas con La Roja, y que ahora deja un legado ambivalente en uno de los clubes más exigentes del fútbol chileno. La pregunta que queda en el aire es clara: ¿Fue este gesto un acto de autodefensa emocional o la ráfaga final de una carrera que debía terminar en silencio? El tiempo y la narrativa pública dirán.















