Una vez más, la delgada línea entre el espectáculo y el fútbol chileno se vuelve pasto fértil para rumores, acusaciones tácitas y el ruido mediático. En esta oportunidad —y justo cuando muchos hablaban de fichajes y refuerzos para la temporada 2026— una creadora de contenido, Rubí Galusky, dejó caer una bomba: asegura que en el pasado tuvo un encuentro íntimo con un supuesto jugador de la UC, al que no nombró, pero describió con suficientes pistas para sembrar sospechas.
Galusky relató su versión en un podcast: contó que se subió a una camioneta con “tres amigos de él” y que la experiencia “duró menos que un candy”, insinuando nerviosismo del jugador. Más allá del tono liviano —o pretende serlo—, la mujer no afirmó su identidad, aunque dejó caer datos concretos: chileno, ex Boca Juniors, 38 años, parte del plantel de la UC actualmente. Todo apunta, para muchos, a Gary Medel.
“Duró menos que un candy”
Pero aquí está lo más sucio del asunto: la revelación llega en un contexto en que la protagonista del rumor viene de protagonizar acusaciones graves —denuncias de acoso contra un ex-seremi — que terminaron en una querella por injurias.
Muchos recuerdan que en mayo de 2025 Galusky había sacudido con una acusación pública en sus redes sociales, denunciando acoso y temores por su seguridad. Esa denuncia fue duramente contestada y hoy el proceso judicial sigue en curso.
Esto no es mera farándula inocente. Es la mezcla de poder mediático, fútbol y cultura del espectáculo —con todos sus excesos— justo cuando estamos ante meses decisivos para la UC: negociaciones de contratos, decisiones dirigenciales, refuerzos y expectativas. Por esto, la acusación —aunque velada— de Galusky amenaza con convertirse en un dolor de cabeza: expone al club y a su entorno a la opinión pública, lo que podría terminar afectando no solo su imagen, sino su estrategia en el mercado.
¿Y la moral? ¿Y la ética deportiva? Aquí nadie sabe, o pretende no saber. Pero lo cierto es que en un país donde las cámaras, los micrófonos y el rating mandan más que los estatutos, una declaración —sin nombre, sin prueba concreta— puede terminar siendo noticia en todos lados. Y entre risas, burlas y dudas, muchos esperan el epílogo: si hay confirmación, si habrá demanda, o si simplemente todo se quedará en “una anécdota de farándula”.















