“Levanté la vista y recién caí en lo que estaba pasando, lo veo a él con el arma de fuego en su mano y apuntándole a la gente, comencé a gritar, pidiendo clemencia, fue ahí cuando sentí el impacto”. Es el testimonio de un sobreviviente de la escalofriante experiencia de ser atacado con un arma de fuego.
El hecho ocurrió pasadas las 18.20 horas del 17 de julio de 2011, cuando el solitario pistolero Israel Huerta, ex funcionario de la PDI, atormentado quizás por varios demonios interiores y por el estrés que generaba en su interior el sonido del tren, paralizó el país, fue noticia mundial y despertó interés por lo «terrorífico» del momento.
Las víctimas fatales fueron identificadas como Fernando Oñate Muñoz (43 años) y Mario Acevedo Meneses (55 años).
Hoy a casi 11 años de los tristes hechos que dejaron tres fallecidos (incluido el atacante) y tres heridos de gravedad, estos acontecimientos quizás no llevarían al ferrocarril urbano a paralizar su servicio en cinco estaciones, a la opinión pública a debatir y reflexionar acerca de las enfermedades mentales y quizás con suerte la noticia podría entrar en la «parrilla secundaria» de los principales noticieros en el Chile actual.
De hecho, un breve recuento de noticias, extraídas de despachos policiales y móviles radiales dieron cuenta que solo en los últimos 10 días fallecieron o quedaron heridas al menos 6 personas en tiroteos, ‘confusos incidentes’, y enfrentamientos.
Algo pasa en nuestra sociedad que ya no nos preocupa el uso de armas, los violentos enfrentamientos y el aumento explosivo de muertos en tiroteos.
Recuerdo de una fría tarde de julio
Falta poco para llegar a la estación plaza Maipú, el sonido monótono del metro se suma al ritmo bamboleante del carro. Era fin de semana y pasadas las 18.20 horas un sujeto rompía la normalidad en la estación Santiago Bueras, la penúltima estación de la línea 5.
Israel Huerta aborda el metro vestido con gabardina larga y oscura, en una de sus manos sostiene un maletín, la otra se encuentra en la profundidad del bolsillo de su chaqueta. Mira a todos los que iban en al carro, eso se convertiría para algunos en la llegada a la última estación de su vida.
El tren se acerca rápidamente a la última estación, uno por uno fueron observados por Israel Huerta se paseaba de un lado a otro del carro, un pasajero no le quitó la vista de encima, este miró por la puerta y cuando volvió la vista le descargó un tiro en el pecho.
El disparo alerto a los pasajeros, uno corrió y se arrojó al suelo, tras ello la lluvia de plomo cae sobre la gente. Huerta disparó nueve veces, la automática CZ calibre 9 milímetros no se vació, aún le quedaban 11 municiones.
Tras los disparos y la acción del freno de emergencia, las alarmas se gatillan, 25 personas están en peligro de muerte.
Las puertas se abren, una de las víctimas horrorizada corre, Huerta, de gabardina, sale con su maletín y una pistola en su mano izquierda, caminó rápidamente, como si no escuchara ni viera, sube la escalera mecánica , sale de la estación.
Una mujer, que más tarde prestaría declaración, indica que le escucha decir “ déjenme en paz “. Decía que un fantasma lo perseguía, le hablaba, además de tener hipersensibilidad a los aparatos eléctricos, pues le producía molestia el sonido del flujo de la electricidad.
Tras los asesinatos Huerta se alejó caminando tranquilamente, salió de la estación y en un parque cercano, a los pocos segundos, se disparó un tiro en la cabeza.
Esta masacre se convirtió entonces en un inédito hecho, tras 45 años de historia del Metro de Santiago sin violencia, sin ataques y más aún sin ningún hecho que perturbara la tranquilidad de los pasajeros.
Ese día Huerta asesinó a dos personas y dejó heridas a otras cuatro, pero además atrajo la atención de todo un país, un país no tan acostumbrado a las balaceras como hoy.
De hecho, en la actualidad los crímenes y homicidios que se conocen casi a diario hacen parecer esta noticia como una más del noticiario rojo.
Crisis en salud mental
Chile muestra cifras alarmantes en materia de trastornos mentales. La ansiedad y depresión son los males de mayor prevalencia. También hay datos considerables sobre el consumo de alcohol y drogas.
De hecho, se debate si como fuente de trastornos mentales violencia intrafamiliar sería protagonista. La cifra de UNICEF señala que un 71% de los niños, niñas y adolescentes recibe algún tipo de violencia ejercida por alguno de sus cercanos y parientes.
Niños testigos de violencia y malos tratos, redunda en mayor riesgo a desarrollar trastornos conductuales.
La pandemia y su cuarentena aumentara el número de afectados por algún trastorno. ACHS y UC indica que el estado de ánimo es mucho peor que antes de la pandemia. «Termómetro de la Salud Mental en Chile»
Acto cruel y sin misericordia. Israel Huerta en aquel vagón del metro, nos muestra un punto de inflexión de violencia no conocida hasta entonces en Chile.
Hoy, sería un episodio más.