La familia Piñera-Morel volvió a colocar sobre la mesa su respaldo incondicional a José Antonio Kast de cara al balotaje de diciembre. A través de un mensaje en redes sociales, Magdalena Piñera —hija del expresidente Sebastián Piñera— reiteró que “no nos equivocamos”, ratificando el apoyo “sin condiciones y con convicción” a Kast.
La declaración pública llega apenas días después que la propia Magdalena generara confusión al señalar en una entrevista que, tras la derrota de su preferida en primera vuelta, la coalición estaba sin candidato. Esa ambigüedad desató especulaciones sobre un posible distanciamiento; sin embargo, la familia decidió cerrar filas y mostrar unidad.
En su mensaje, Magdalena aludió al legado educativo de su padre —los “Liceos Bicentenario”— y celebró el compromiso de Kast con políticas que, según ella, promueven “libertad, igualdad de oportunidades, empleo y justicia social”.
“Sin condiciones y con convicción”
Pero detrás del gesto mediático subyace una maniobra estratégica del bloque de derecha: buscar cohesión antes de una elección polarizada, alineando nombres consolidados y capital simbólico con la carta presidencial republicana.
Para muchos, esta reafirmación no sólo representa un espaldarazo electoral a Kast, sino una suerte de señal histórica: la familia que durante décadas simbolizó uno de los vértices del poder político chileno ahora se vuelca a un candidato considerado de línea dura.
Esa transición expone un quiebre ideológico, una redefinición de lealtades —y también una apuesta arriesgada: respaldar a Kast cuando su campaña coquetea con posiciones que hoy dividen al electorado.
De cara al 14 de diciembre, esta adhesión podría funcionar como un salvavidas simbólico para Kast, pero también como una carga histórica para quienes creían en el perfil más moderado y tradicional que representó el Piñerismo. En el escenario político actual, la familia Piñera-Morel no sólo entrega un voto: pone en juego nombre, pasado y legado.















