El médico y exministro de Salud Jaime Mañalich reapareció en la arena pública con una posición contraria —y para muchos, incómoda— respecto a la narrativa dominante en su espacio político acerca de la inmigración.
En una entrevista reciente con un medio nacional, defendió que los inmigrantes “en su inmensísima mayoría han sido una contribución para el país”, y subrayó —con énfasis en su área de experticia— el aporte que estos trabajadores han significado para la salud pública chilena.
Según sus datos, cerca del 20 % de los médicos en ejercicio en Chile —unos 12.000 de los 60.000 registrados— provienen del extranjero. Para Mañalich, ignorar ese hecho equivale a desconocer algo tan esencial como la capacidad de operación de hospitales y clínicas. “Sin esos inmigrantes calificados … estaríamos en un problema bastante serio de mayor pobreza, etc.”, afirmó.
Inmigrantes aportan
Pero el panorama no lo pinta en blanco o negro: el exsecretario también advirtió que el fenómeno migratorio no está exento de riesgos. Destacó que mientras algunos extranjeros llegan con formación, ganas de trabajar y aportes reales, “la industria del narcotráfico” —y quienes ingresan ilegalmente al país— representan una amenaza que Chile no puede ignorar. En sus palabras, es imperioso distinguir entre “la paja y el trigo”.
Esa ambivalencia —alabar el aporte mientras exige control— resulta particularmente chocante en un contexto político polarizado, donde muchos sectores de derecha han centrado su discurso en el endurecimiento migratorio. Con ello, Mañalich no sólo se desmarca de su propia coalición, sino que exhorta a repensar la migración como un fenómeno complejo, con luces y sombras.















